I wanna sleep

{Reservado}

Shane se desperezo y miro al techo, había dormido muy poco, él y Tabatha se habían quedado hablando sobre tonterías por horas en la madrugada, era extraño, su relación con la rubia con todo y aquellas “situaciones” seguía siendo buena, al pelinegro le había funcionado bastante bien y al parecer a su amiga también. Si lo pensaba con cuidado aquello era una completa barbaridad, ¿a quién se le ocurría que una amistad sobreviviría luego de muchas sesiones de besos? Tal vez todo aquello era demasiado bueno para ser cierto.
Pero es que le resultaba imposible dejar de ser tan impulsivo cuando de la Gryffindor se trataba, tenían un “algo” , no encontraba las palabras adecuadas para definir correctamente lo que eran, ya algunas personas le habían preguntado y lo único que él podía contestar era un “es mi amiga” ¿y lo era no? Shane prefería ponerse a pensar en otra cosa antes de ahondar en ese tema.

Bostezo sonoramente y tuvo que alistarse para ir a clases, nota mental: no volver a dormirse tan tarde entre semana, correcto, quizás de vez en cuando, cuando los labios de Tabatha estén incluidos. Salió con cara de pocos amigos de su habitación y luego de casi atragantarse de lo rápido que desayuno tuvo que enfrentarse al tortuoso día que le esperaba.
Jamás antes había dormido durante la clase de pociones, ese día estaba más torpe de lo habitual y literalmente casi le explota una poción en la cara por un tonto descuido. Como era de esperarse el profesor lo noto y lo saco de la clase. Lo único que le quito el ceño fruncido fue la sonrisa de apoyo moral que le dedico Tabatha desde el otro extremo del aula.

“Tienes que ayudarle al señor Filch a limpiar los vestidores del campo de Quidditch” apunto la profesora Mcgonagall con la misma voz serena y pausada de siempre.

-Que…-La mujer lo miro severamente y tuvo suerte de abstenerse de soltar una palabrota ahí mismo que hiciera le aumentaran el castigo-Bien-corrigió a tiempo que se marchaba. Odiaba no usar magia, recoger toallas sucias fue peor castigo que escuchar una clase completa de historia de la magia, ¡al fin! Luego de dos horas –las que se suponía debía estar en pociones—pudo largarse al gran comedor y luego caería rendido en un cómodo sofá de la sala común.

El clima parecía unirse a la perfección a su pereza, ni siquiera su bufanda lograba cubrirlo de gélido aire que circulaba por el castillo, se antojaba meterse a la cama y dormir todo el día. Sus pasos resonaban por los pasillos y el bullicio de la gente le parecía lejano, de un momento a otro se iba a quedar dormido de pie, rio mentalmente ante la imagen y se dio un suave golpe en la mejilla para despabilarse.

Mala idea esa de dormir solo dos horas.

Bueno, tenía que admitir que no había comenzado la mañana de la mejor forma, pero se había tragado la mitad de su reserva de dulces para mantenerse despierta. Se le estaba haciendo una pésima costumbre, eso de quedarse despierta hasta tarde. Tendría que plantearle a Shane que fueran a acostarse antes, porque no iba a conseguir subsistir en el colegio así. Además, que ese año eran los EXTASIS, así que no, definitivamente tenía que dormir un poco más y pasarse menos tiempo con su amigo. O bueno, menos tiempo de noche.

Aunque era un poco difícil, a decir verdad. Se había acostumbrado a lo largo de sus años a pasársela con Shane y ahora, a pesar de que las circunstancias habían cambiado, esa se había vuelto una tradición casi irrevocable. Sí, claro, muchas veces pasaba tiempo con él por otro tipo de motivos. Cosas así relacionadas con caricias y besos que jamás le gustaba especificar. Porque claro, entre ellos dos la cosa funcionaba bastante bien. No tenían ni un solo compromiso, pero por alguna extraña razón siempre caían en la tentación. A Tabatha no le parecía mal, en realidad estaba bastante conforme por cómo iba aquello, pero sí evitaba a toda costa que alguien se involucrara –respondiendo cortante cuando le preguntaban o, directamente, no respondiendo- pues creía que cuando alguien más comenzaba a opinar, todo se iba a la mismísima mierda.

El hecho es que, aquella mañana, había resultado un verdadero suplicio. Había tenido que hacer todos los esfuerzos para que no se le notara el sueño que tenía y, al mismo tiempo, seguir prestando atención a la clase. Aunque, debía admitir, Shane se lo estaba pasando mucho peor. El tipo no estaba siquiera intentando disimular las ganas de dormir que tenía, lo cual le daba gracia e irritaba al mismo tiempo. Si seguía así, no iba a tardar demasiado en ganarse un castigo.

Y como si fuera buena adivina, ocurrió.

Le sonrió antes de que él saliera del salón de clases, algo resignada. La verdad es que agradecía no estar en su pellejo, porque detestaba los castigos. Cuando recibía uno era como si todo el planeta le cayera encima. Pero bueno, ese día no era el caso, así que lo único que esperaba era que a su amigo se le hiciera lo más ameno posible. Luego ya tendría tiempo él de despotricar contra McGonagall por mandarlo a hacer uno vaya a saber qué.

Una vez fuera de la clase, se aventuró a buscarlo entre el mar de gente que iba y venía por todos lados. La verdad es que tuvo que hacer un escaneo bastante importante, porque nadie parecía querer correrse ni hacerle paso a los demás. Lo único que la ayudó a encontrar a su amigo, sin tener que usar un hechizo Sonorus para llamarlo, fue la imagen de una persona morena, caminado como zombie. Sin detenerse mucho a pensarlo, avanzó hasta él y le golpeó la mejilla de la forma en que lo había visto hacer justo antes de ponerse a su lado. -¿Ya? ¿Mejor?- preguntó, con una sonrisa burlona.-¿Qué tal el castigo? ¿Has tenido que limpiar las cochinadas donde colocamos las otras asquerosidades de los bichos de Cuidado de Criaturas Mágicas?- si, ella siempre tan específica. -¿O te tocó limpiar el baño de prefectos? ¡Dime qué es eso! ¡Siempre quise saber cómo es por dentro!- hizo una pausa y se llevó la mano al mentón en un gesto pensativo –Me pregunto en qué tipo de problema me tendría que meter para conseguir ese castigo…- y se paró en seco, notando que había hablado casi de corrido.

Se encogió de hombros y volvió a acomodarse junto a Shane. –La próxima vez vamos a acostarnos más temprano. Me muero de sueño. Aunque sea tenemos que calcular unas cuatro horas, con eso creo que me alcanza- y puso cara de perro deshauciado.