Listón olvidado.

25 de septiembre. 11:35 a.m.
Reservado

La clase de Herbología había terminado -Gracias a Merlín- y por ende Theodore Tonks se encontraba tan lejos de los invernaderos como sus piernas le hacían posible. ¿Por qué? Francamente no lo sabía, pero ese lugar no le daba buena espina, además Herbología jamás había sido considerada su asignatura favorita -sobre todo por su relación con las Pociones- él prefería algo más ... interesante. Como la clase de CCM o DCAO.

Iba platicando con Mel cuando observó que uno de sus libros no traía el listón verde que Andrómeda le había obsequiado para que éste no se deshojara en un dos por tres -considerando que Ted era uno de los hombres más despistados sobre el planeta- Empezó a buscar de forma desesperada, no podía perder el listón. ¿Qué pensaría Meda de él? ¿Que era un irresponsable, que no sabía valorar los pequeños detalles? No, no se daría ese lujo. Le comentó a Mel que la vería después en la Sala
Común de Hufflepuff y salió disparado de regreso al Invernadero 3.

Tenía entendido que las clase siguiente era para los odios de Slytherin, pero ésta no comenzaría sino dentró de media hora. Tenía tiempo suficiente para buscar el listón, recuperarlo y salir de ahí como si nada hubiese sucedido. Llegó a su destino después de un par de minutos y comenzó a buscar desesperadamente. -¿Dónde estás? !Por Merlín, ayúdame un poco ¿no crees?- dijo mirando al cielo y después continuó con su búsqueda.

Su siguiente clase sería Herbología. Regulus no era precisamente fan de todas aquellas plantas y extrañas criaturas que pululaban por todo el invernadero, pero tenía que reconocer que en ocasiones era mejor pasar su tiempo entre aquellas extrañas formas que soportar las incesantes estupideces que los humanos solían hacer. Y es que la verdad era que el chico Black tenía poca paciencia para la mayoría de sus congéneres, y consideraba poco menos que idiotas a todos aquellos que no compartían sangre, ideales y linaje como él y su prestigiada familia. En particular, Regulus tenía un desprecio por los integrantes de la familia de Huffelpuff, pues los consideraba bastante inferiores, al no tener ni astucia, inteligencia ni valentía, como el resto de las casas – y no es que considerara valiosa otra casa fuera de Slytherin, es solo que así eran las cosas.

Aquella mañana había decidido salir un poco más temprano al invernadero 3 y escoger un buen lugar. Apartado de todos sería lo ideal. A veces hasta sus propios compañeros de casa le fastidiaban y eso que eran los más merecedores de su atención – poca en realidad. Salió del aula de Historia de la Magia, donde el viejo profesor había recitado una larga batalla de duendes en Gales - ¿cómo ese viejo podía hacer una interesante batalla de duendes en algo más aburrido que una historia muggle? – Caminó en dirección del invernadero, pues sus compañeros tomarían un descanso, seguramente en la sala común, pues aún quedaba media hora para iniciar la clase. Jugaba con una pluma de búho entre sus dedos, ligeros y ágiles, como buen buscador del equipo de Quidditch que era.

Llegó al lugar en cuestión esperando en encontrarlo vacío. Sin embargo, no era así la situación. Un tejón se encontraba todavía en el lugar - ¿nadie la había dicho al mugroso ese que era hora de Slytherin? Regulus lo reconoció de inmediato, por esa expresión de idiota despistado dibujada en el rostro. Era Ted Tonks, alumno de sexto año de Hufflepuff y mediocre jugador de Quidditch, a su parecer. - ¿Acaso intentas encontrar el cerebro que perdiste debajo de esa maceta, Tonks? – dijo al verlo en una situación en la que parecería hubiera perdido algo. No estaba de humor para soportarlo. Nunca lo estaba.

Debía aprender a ser más precavido con sus cosas, un día de esos vendría perdiendo su varita y entonces sí, su estancia en Hogwarts llegaría a su fin. Seguía reclamándose a sí mismo, mientras con cautela comenzaba a remover un poco de tierra de una de las plantas que tenía cerca. Para su desgracia y por no poner atención en clases no sabía ni cuáles plantas eran las venenosas, mucho menos cuáles serían las carnívoras por lo que debía andarse con cuidado, ya que de lo contrario terminaría en la enfermería lo que restaba de la semana.

Agradecía la tranquilidad del lugar, le daba más oportunidad de concentrarse y encontrar rápidamente su listón. ¿A caso era tan dificil encontrarlo? Mejor ni se respondía esa pregunta, considerando que el listón era verde y que se encontraba exactamente en un invernadero: No podía ser su peor día. Había peores; de pronto una voz sonó en el lugar. Ted giró su mirada para ver de dónde provenía, y para su sorpresa venía del menor de los Black, Régulus. -Régulus, qué agradable sorpresa- dijo con un dejo de sarcasmo latente -Fíjate que justamente buscaba una fotografía, una que me pasaron donde sales muy encariñadito con Malfoy. Unos amigos y yo pensábamos mandarla en unos minutos al Profeta, pero me has descubierto en la movida- ironizó, que para pelear con Slytherins, Ted tenía una lengua que no controlaba, si no le creían ahí estaban Bellatrix y Narcissa, sus fieles rivales a muerte.

Ignoró la presencia del enano, no tenía ánimos de seguirle el juego, además tenía cosas más importantes que hacer: Como encontrar el dichoso listón.

Definitivamente un Huffelpuff era lo peor que podía pasarle al mundo de Regulus. Y en particular ESE Huffelpuff. Es que, aguantar tanta idiotez junta hacía que la sien del chico heredero comenzara a palpitar anunciando un dolor de cabeza olímpico. ¿Cómo, por Merlín, siquiera les daban el acceso a esa clase de gente? Definitivamente ese colegio era más un albergue que otra cosa. A pesar de las súplicas a su madre, de inscribirlo en otro lado, o de ser educado en casa, ella insistió en que lo mejor sería pasar un tiempo en la escuela de magia y hechicería de más renombre en Inglaterra. Definitivamente con esto comprobaba que su madre estaba loca.

Estar en aquel lugar con ese chico tan odioso podía ser algo de consecuencias funestas. Las acciones que podría tomar Regulus no eran precisamente dignas de mención. Su prima Bella, particularmente salvaje, le había enseñado algunas cosas durante vacaciones, que si bien, no moría por practicar, tampoco le molestaba tener que hacerlo. En definitiva, Regulus estaba convencido que era la crema y nata aún de su familia, considerando a la mayoría – tal vez con la sola excepción de Narcissa – seres inferiores.

Regulus caminó entre las plantas a una prudente distancia – aunque Tonks fuera un idiota, era un idiota con una varita y con un complejo de Neanderthal innegable. -¿En verdad, es lo único que se te ocurre decir? – dijo con aburrimiento – Creo que definitivamente deberías demandar a tu madre por fumar durante el embarazo – dijo al tiempo que se acercaba a un retoño de Mandrágora. – Eres tan patético como tu contestación, Tonks, y eso, ya es mucho decir – musitó mientras con la varita hacía flotar una pequeña planta, de aspecto inofensivo, pero que bien el sabía, era mortal, según lo explicado en clase.